Estrellas de amaranto

Estrellas de amaranto
La imaginación a menudo nos lleva a mundos que nunca fueron, pero si ella no fuéramos a ninguna parte.

domingo, 11 de octubre de 2015

Muñecas de papel

Este fin de semana hice una muñeca de papel, recordando las que mi mamá hacía cuando yo era niña.



Mi mamá me platicaba que cuando ella era riña, por allá de 1970 las muñecas de papel eran muy populares, venían impresas en una hoja, con dos o tres vestidos también de papel. Yo todavía alcancé a ver una, ya que mi abuela vendía en el mercado de Matlapa, San Luis Potosí, a mis 8 años, le quedaban algunas en la bodega y me las regaló, junto con historietas de Gasparin y Memin Pinguin.

Estas muñecas eran muy bonitas, los detalles con los que dibujaban sus rostros cachetones y rosados les daban un aspecto de mucha ternura.



Los vestidos eran de estilo muy romántico, sombreros con moños rojos, caperuzas, vestidos de fiesta.

Las había que parecían niñas, otras jovencitas o mujeres elegantes.


Cuando estuve en la primaria mi mamá hermosa que siempre buscó la forma de mantenerme entretenida, me dibujó varias en hojas blancas, yo las pintaba, después las pegábamos en cartón para evitar que se doblaran y juntas les dibujábamos vestidos y zapatos.

Y bueno, este fue mi proyecto de fin de semana:





Hacerlas es muy fácil, yo tomé el contorno de la figura de una revista de "Salud y bienestar" la calqué en una hoja blanca con lápiz de punta muy fina.
Después le dibujé los rasgos de la cara y el cabello, cuando me pareció que ya estaba terminada marqué todas las líneas con plumón negro.
Pinté la piel, los labios y el cabello con crayolas. 







sábado, 10 de octubre de 2015

La cantera



Piedra rosada, rayito de sol
¿pa cuando será otra vez?
 Flor de huizache pa´dónde andarán...
los pétalos de tus píes. 

Fragmento de la bellísima cansión "La Cantera" de La Manta

jueves, 8 de octubre de 2015

Lupe, Lupe, la bella Lupe Velez, leyenda de Hollywood era potosina



Lupe Vélez, para muchos la más bella, la más temperamental, la más simpática, la más explosiva e inteligente mexicana que haya llegado a Hollywood,  era además  potosina.
Sus enormes ojos, espontaneidad pero sobre todo determinación la llevaron a ser una de las máximas estrellas del cine en los años 20 y 30.
Su nombre completo fue Maria Guadalupe Villalobos Vélez, su padre fue un coronel que del ejército y su madre una actriz y soprano de la época, en los inicios de su carrera quiso usar el apellido de su padre en el gremio artístico, sin embargo él no se lo permitió, ya que consideraba degradante la carrera de su hija para la posición de su familia, así que se dio a conocer como Lupe Vélez.
Estudió en un colegio de formación religiosa, ahí aprendió a hablar inglés con fluidez, cuando su papá fue llamado a las armas por la Revolución Mexicana, abandonó el colegio para conseguir un empleo en una zapatería, en la que ganaba apenas cuatro dólares a la semana.
Ante de llegar a Hollywood ya había hecho carrera en México, donde su competencia fueron las vedettes de la época, que la veían como una niña altanera y caprichosa, tenía solo 20 años.
“Personalidad es nada más que estar con otras personas siendo tú mismo” 
Sus primeros papeles en Hollywood fueron con el Gordo y el Flaco, fue de las pocas actrices que continuaron vigentes en el paso del cine mudo al sonoro.
Su personalidad y temperamento le ganaron distintos apodos, entre ellos “La mexicana que escupía fuego” “Dinamita Mexicana” o la “Chica Chile Picante”.
“Yo no soy hermosa, pero tengo unos ojos preciosos y sé exactamente qué hacer con ellos”
Al igual que su vida profesional, su vida personal fue escandalosa, muchos fueron sus amores, entre ellos el primer Tarzan del cine, el actor y clavadista Johnny Weissmuller, con quien estuvo casada cinco años, y después de numerosos escándalos y notas de prensa se separaron definitivamente en 1939.
Charles Chaplin también se contó entre sus parejas, al igual que la estrella de “Lo que el viento se llevó” Clark Gable y Gary Cooper.
Durante una estadía en México para  filmar La Zandunga, conoció a Arturo de Córdova, con quien inició un romance, muchos biógrafos apuntan a que De Córdova fue el gran amor de Lupe Vélez, sin embargo fue una relación que nunca pudo concretarse por el matrimonio del actor y el miedo que tenía a divorciarse.
Continuando con su vida pero sin olvidar a Arturo de Córdova, conoció en un set de filmación a Harald Maresch, un joven que buscaba destacar como actor con el nombre de Harald Ramond, Lupe se enamoró de él e iniciaron una relación, al poco tiempo descubrió que estaba embarazada.
Había planes de matrimonio entre Lupe y Ramond, los cuales no se concretaron, ya que poco antes de la boda el joven actor fue demandando por una ex novia; Vélez desesperada decidió suicidarse pero de una forma que siempre fuera recordada.
En su mansión en Beverly Hills cenó y bebió con sus mejores amigas, regresó a su habitación que había preparado con cientos de flores y veladoras e ingirió un frasco de Senocal; se durmió para nunca más despertar, tenía 36 años.
La prensa estadounidense y la mexicana especularon durante muchos años sobre los verdaderos motivos y situaciones del suicidio, generando gran número de leyendas sobre los últimos momentos de la actriz.

Amor sin igual, el que siento por el pan

Si te ha de amar. Te ha de dar pan, este es un calórico poema sin igual. 


Margaritas de leche y mantequilla
Polvorones con nuez color vainilla
De recetas complicadas a sencillas
El horno y la harina hacen magia ¡maravillas! 


Churros de azúcar espolvoreados 
Y unos ojos de buey con chocolate
Madalenas esponjosas ¡muy sabrosas!
Rebanadas con coco y cacahuate.

Donas con chochitos de colores
Son mejor regalo que unas flores
Unos dorados bolillos con cajeta, mejor que un ramo de violetas.

El pan de Cuapacho se ganó un lugar aparte
Y el de San Felipe, deliciosos ¡son un arte! 
La frutita de horno que se deshace en la boca, convierte en miel hasta un corazón de roca.

Como las flores me gustan en la tierra
Prefiero bollos, conchas, confituras
El pan es ese regalo de los dioses
Para librar a las personas de amarguras.


Elva Téllez Rivera.